Manuel Martín Ferrán, en el Club de Economía y Dirección, quizá en el año 1996, citando a otro periodista que se lo había asegurado, me dijo: “En España, lo que pasa es que siempre follan los mismos”. “¿Eso quién lo dicho?, ¿Umbral?”, le pregunté. Y me respondió: “No; no se lo puedo decir, pero le daré una pista: es un periodista con apellido de profesión”. Y, a mí, la verdad es que Luis Herrero me pareció demasiado meapilas como para ir proclamando el conocido asunto que (de todos es sabido) no tiene enmienda… Así que, por aquello del amor libre, el progresismo y las injustas desigualdades sociales, me dije: “¿Será Carlos Carnicero?”… Pero lo encontré también un poco gordo y manso (con perdón) para estar dolido por tan esencial problema. Nunca he podido averiguar quién fue el de la frase. Y me duele reconocerlo, porque el derecho a follar es derecho natural, positivo y consuetudinario… Como dice un personaje de Barlanga, en su película La vaquilla…: “que si comunismo, que si fascismo, pero, a la hora de meterla en caliente, todos de acuerdo”. Y éste es el quid de la cuestión.
Yo, como voluntarioso aficionado, paso muchas horas meditabundo, absorto y extasiado ante El origen del mundo, la bellísima pintura de Gustave Coubert (Museo d´Orsay, París) que, para mí, como para Lacan, explica el sentido de la vida. Inmerso, pues, en este trance, me ha venido a la mente Antonio Herrero (que en paz descanse, el pobre) como posible decidor de la injusticia. Y no parece que ande del todo desatinado, porque, sin poderlo afirmar, hay una señal que induce a pensar que fue él el autor de ésta, la única frase equiparable, en veracidad, a la conocidísima de Larra, pues donde se diga, como un lamento, “Escribir en España es llorar”, puede decirse, con igual dignidad, “Lo que pasa en España es que siempre follan los mismos”...
La cosa no tiene vuelta de hoja, porque Antonio Herrero empezó a destacar en El primero de la mañana, de Antena 3, bajo la dirección de Manuel Martín Ferrán. De ahí se puede inferir que esa proximidad pudiera ser la de la confianza y el bisbiseo iracundo contra los privilegiados. Además, he estado haciendo unas averiguaciones extra y he descubierto, en parecida identidad enunciativa, un artículo, firmado por Daniel Rodríguez Herrera, en una bitácora de www.liberalismo.org, que se titula O follamos todos, o la puta al río que, más allá de la cosa ésta del feminismo, que siempre sale, pero que en esta ocasión hay que interpretar a la luz de los sabios refranes del casticismo (como el que dice que “no tiene enmienda”), creo que casa (nunca mejor dicho) con los pareceres de los dos periodistas, próceres del liberalismo económico, por cierto.
Yo soy de la opinión de que a los derechos a la educación, a la salud, a la vivienda, etc., habría que añadirles el derecho éste del follar todos en similares proporciones de cantidad y calidad. Por la mera razón del principio de igualdad de oportunidades, punto de encuentro entre liberalismo y socialismo, sagrado consenso de la especie humana.… Porque ahora, con todo esto de la relajación moral y del relativismo de los valores, que tanto denuncia Ratzinguer (él lo llama relativismo, yo creo que lo correcto es denominarlo positivismo jurídico); ahora, que follar ya no está tan complicado, resulta que lo difícil es cumplir como Dios manda. Y líbrenos el mismo Dios Todopoderoso de dar con una multiorgásmica de ésas que te agarran y no te sueltan.
Hace no mucho, comiendo con mis buenos amigos José Orduña y José Manuel Pérez, en el mercado de Rojas Clemente, aquí, en Valencia, un señor de la mesa de al lado que escuchaba el glosario que le dedicamos al culo de una que había subido al lavabo, a mear, nos dijo: “Si yo les contara a ustedes que di con una que, después de cinco polvos, no me dejaba salir de la cama, pero de ninguna manera, ¿eh?, lo que yo les diga…” “También es eso jodido”, vinimos a coincidir… Así que le preguntamos: “¿Y cómo pudo usted librarse de ella?” Y él nos respondió: “Pues la verdad es que le tuve que gritar: ¡Déjame ya, coño! ¡No ves que el aguatanda no espera y tengo que ir a regar!” Y así pudo escapar de la muerte el pobre follador, mientras la bestia devoradora quedaba en espera de algún fauno priapismático capaz de apaciguarla.
Don Camilo José Cela, siempre eterno maestro y eternamente recordado, decía que para dar solución a estos casos de ninfomanía hiperactiva, lo mejor era un cura, ni muy viejo ni muy joven. Y puede que el argumento fuese bueno para los años 40, 50 y 60, pero ahora tampoco los curas son lo que eran. Viene a radicar, pues, el problema en que desde el primer coito de Adán y Eva, idílico y desconocedor del “póntelo, pónselo”, caída la pareja en el pecado original, se dio origen al mundo como planeta histórico. Y después, ya se sabe: unos, por guapos; otros, por dotados; y otros, por adinerados, ha resultado ser que siempre follan los mismos.
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