Tuesday, August 29, 2006

Una morena y una rubia...

Monday, June 12, 2006


María San Gil y Rosa Díez son vascas de caserío, acantilado y tamborrada, pero la otra tarde, la del 10, la del homenaje a las víctimas del terrorismo, quedó grabado en mi caletre que también son, como la morena y la rubia que paseaba don Hilarión, hijas del pueblo de Madrid. Es así porque Madrid, esa “Madrid que a todos nos acoge”, en palabras de Paco Vázquez, volvió a ejercer de suave “rompeolas de todas las Españas”, y volvió a sonreír, otra vez, “con plomo en las entrañas”.
Es decir, que la otra tarde, la ciudad acogió a miles y miles, a cientos de miles de banderas rojigualdas con la misma comprensión con que días atrás acogió las tricolores que esgrimían, soterradamente, el verso machadiano como soporte poético heredado de la resistencia del pueblo contra Franco... Y claro: está bien esto de ser republicano. Y está bien esto de esgrimir buenos poemas, pero para ser un buen repúblico, a don Antonio, como al dios de los cristianos, no se le puede mentar en vano. Hay que leerlo bien, muy despacio y en su integridad. Porque el Machado muerto, cubierto con la bandera republicana, es el mismo que, tras dejarse el alma en Campos de Castilla, llamó “cuervo catalán” a Francesc Cambó. No por cuervo ni por catalán, sino porque, igual que su Juan de Mairena le recriminaba a Tórtolez ser un andaluz de segunda y un español de tercera, él se lo decía al representante de la Lliga por ser autonomista, de derechas e insolidario con el resto de España. Y eso que el pacífico Cambó fue simplemente autonomista y ministro de Fomento, y depués de de Hacienda, con don Antonio Maura. Si hubiera sido un Montilla, andaluz renegado, no lo quiero ni pensar… Porque, hoy, el insulto del poeta republicano a un Carod Rovira, o a un Pascual Maragall, se tomaría como ofensa por parte de ZP, y quién sabe si como delito por parte la Fiscalía de la Audiencia Nacional.
Machado, puesto ahora en la tesitura de tener que claudicar ante individuos que desprecian a España y a los españoles, incluso que están asumiendo - eclipsando al PNV - un papel representativo de la totalidad del pueblo vasco, seguiría siendo republicano, evidentemente, pero volvería a sacar el texto escrito en 1938, a propósito del avance franquista en todos los frentes de guerra, y diría: “La paz a ultranza, que es, al fin, el mantenimiento de un paz asentada en parte sobre las iniquidades de la guerra, es una fórmula hueca (…) Porque la paz a todo trance tendría su más inequívoca reducción al absurdo de este inevitable dilema; o cruzarnos de brazos ante la iniquidad, o guerrear por la justicia”... Lo diría porque era un españolista visceral que, a la postre, como todos periféricos que hicieron el 98, tenía malas pulgas para con los que dudaban del valor superior de las estepas.
Estas cosas eran las que pensaba mientras bebía el agua fresca del Café Gijón, un poco antes del cierre del acto y de la hemorragia colorista de las banderas. Porque el tema éste de la dualidad rubia/morena no crean ustedes que es tan sólo cosa zarzuelera, verbenera; de agua, azucarillos y aguardiente, y ¿dónde vas con mantón de Manila?... No, este bipolaridad está homologada, made in USA, por el tristísimo Leonard Cohen, que se hace acompañar de una rubia y una morena en sus líricas baladas, quién sabe si soñadoras de los duelos de de España, cuando canta La muerte de un mujeriego, por su enfermizo donjuanismo, o Thake this waltz, dolorido por el fusilamiento de Federico García Lorca.“
Uno”, pues, con nombre en sí mismo de tango (Uno), que ya es de por sí taciturno y dado a la melancolía, meditaba sobre estas dos mujeres garridas, bravas y españolas, acompañado por la simpatía ajada del tango que hacia sonar el acordeonista; un acordeonista apoyado en la verja del Cuartel General del Ejército que interpretaba Volver. “Si Almodóvar –me dije- vuelve a la carga con el tango, es manchego, y tiene registrada hasta su propia marca de chicas (“chicas Almodóvar"), ¿por qué no puedo yo puedo registrar “chicas Girbés” que, como digo, son María San Gil y Rosa Díez?”…: PP/PSOE, PSOE/PP… Una morena y una rubia, con idénticas bellezas y sin prerrogativas, porque, como dijo Ruíz Zorrilla, “ante el enemigo común, sólo hay españoles”. Y españolas.
... El sábado 10 –reitero- estuvieron las dos en representación de los dos partidos mayoritarios en el ámbito de la vida política nacional: el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español. El Gobierno no estaba. Pero una cosa es el Gobierno y otra muy diferente el Partido Socialista Obrero Español. Y también, una cosa es el PP y otra los grupúsculos nazis que amedrentaron al personal por la plaza de Ópera, calle Arenal y Sol: “¡Emigrante, delincuente!” y lemas por el estilo, dentro de una puesta en escena entre preocupante y lamentable, cuando en España empezaba a anochecer. Las dos conocen la tragedia: Maria San Gil tuvo que recoger el cuerpo sangrante, recién baleado, de Gregorio Ordóñez cuando comían los dos en el bar La Cepa del casco antiguo de Donostia… Y al padre de Rosa Díez (socialista-ugetista) los “nacionales” lo condenaron a muerte, hasta que, como a don Antonio Buero Vallejo, llegó el indulto de Franco, que, parece ser, algunos días, gracias a Dios, se levantaba con el pie izquierdo y eso salvaba a unos cuantos del paredón.
Son cosas del laberinto español que, con traición a Gerald Brenan (un hombre que amaba Las Alpujarras, entre otras causas, quién sabe si por el hecho diferencial que da la calidad del jamón) no se acaban de explicar por la segunda TV del régimen. Pero juntar rubia y morena (PSOE-PP) no crean que es fácil, que en esto hay también acérrimos: Howard Hawks las prefería rubias, y Julio Romero de Torres, morenas. Pero ni Rosa Díez ni María San Gil son mujeres para una copla que vaya más allá de la broma. Yo sé hasta dónde llego.
Sólo añadiré que, en la plaza de Colón, coplas sucedáneas sonaban dando palabras de aliento en los teléfonos móviles, éstos últimos de los prodigios multimedia. Algo que, aparentemente, se alejaba de la españolidad de la zarzuela, pero no…: todo sigue igual, porque, como decía don Hilarión: “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. ¡Una brutalidad! ¡Una bestialidad!”.

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