Gracias a la fotografía que publican los queridos compañeros de El Informal Segorbino, quedo observando la mirada perdida, ida, lánguida, melancólica y tal vez enamorada de Maribel Pérez Costa, concejala del PSOE, mientras el amigo Nicolás Hervás espeta al alcalde, don Rafael Calvo Calpe, a que se aliste, como él, en el 5ª Regimiento de Milicias Populares... En este punto, yo no hago más que recordar (al margen de sus respectivos oficios) lo que le sucedía a la muchacha del mismo nombre en la obra, de Miguel Mihura, Maribel y la extraña familia.
Maribel, como decía Jeanette, era rebelde porque el mundo la había hecho así, pero cuando se vio tratada como merece toda mujer, y todo hombre, empezó a quedar aturdida, mientras doña Matilde y doña Paula chismorreaban acerca de la cortedad vital de los maridos:
Doña Matilde.- ¡Qué hombres los de antes, que se morían en seguida!
Doña Paula.- A mí el mío me duró solamente un día y medio. Nos casamos por la mañana, pasamos juntos la noche de bodas y a la mañana siguiente se murió.
Yo espero, pues, que esta situación conyugal no sea la de Maribel. Es más: nada se sabe de su estado civil, actividad, afición u oficio… Y conste que he preguntado más que un inquisidor. Pero, nada: la gente ni sabe ni contesta. Es cierto, eso sí, que también ella, como la protagonista, siquiera en estas calendas políticas, tiene una extraña familia: un Luis Gil Cortés que da la talla de socialista en macho, como de los de Novecento; es decir, de los de las cosas claras: el rico es rico porque el pobre es pobre; un Tomás Polo, perdido en la cosa magna de las Cortes Valencianas, y un Alipio Donaire, que es poeta, como por deber y obligación.
La cuestión que se debatía en el pleno era si se condenaba sólo a Franco por malo o a todos los malos del mundo mundial. Socialistas y republicano optaron por amonestar solamente al que duerme en su valle, aunque con retraso, porque “muerto el burro, la avena al rabo”; y los populares condenaron toda maldad y perversión: la de Batista y la de Castro, la de los zares y la de Stalin, la de Barrientos y la de Videla... Claro, así ya se puede –dirán algunos-: apuntando a todas partes seguro que se da en el blanco, y "a cojón visto, macho seguro". Pero es que las cosas en España son así. Como escribió don Pío Baroja, César o nada; todo o nada. Y triunfó el todo, muy bien pregonado, de Algeciras a Estambul, en Mediterráneo, por el corresponsal Rafael Martín, compañero del alma, compañero…
Sin embargo, mirando y remirando la foto, da la sensación de que Maribel opta por el lema “haz el amor, no la guerra”, del nihilista movimiento hippie de los 60… Da la impresión de que la res litigiosa no iba del todo con ella, mas inclinada, sin duda, como las amigas de la Maribel de Mihura, a meditar sobre si los hombres tienen o no tienen alma; es decir, sobre las cuestiones de la llamada “violencia de género”.
Sin embargo, mirando y remirando la foto, da la sensación de que Maribel opta por el lema “haz el amor, no la guerra”, del nihilista movimiento hippie de los 60… Da la impresión de que la res litigiosa no iba del todo con ella, mas inclinada, sin duda, como las amigas de la Maribel de Mihura, a meditar sobre si los hombres tienen o no tienen alma; es decir, sobre las cuestiones de la llamada “violencia de género”.
Maribel.- … ¿Pues va y qué?
Pili.- Pues va y te mata.
Maribel.- Pero ¿por qué me va a matar? ¡Mira que es manía!
Niní.- Es verad, hija. Tú te has empeñado en que se la carguen.Pili.- Porque los hombres matan ahora mucho… Porque están muy sádicos.
En fin, yo, en este recordatorio/homenaje de Maribel y la extraña familia, lo que sugiero, por si la Autoridad municipal lo quiere tener en cuenta, es que, como en la obra, además de un secretario que levanta actas y demás, y al margen de que se graben o no las intervenciones, quede emplazada y adoptada por el Consistorio una cotorra, a ser posible llamada Susana, para que vaya rememorando quiénes votaron sí y quiénes no, tal es el alcance de la moción que nos ocupa, u ocupaba… Con el paso del tiempo, quién sabe si el animalito podría llegar a decir: “Hervas, Hervás, Nicolás”, o “Alipio, cuidado con el ripio”, que todo es posible si se le dan buenos ejemplos.O sea, que lo que me parece que debe saber nuestra concejala es que la protagonista, al final, se casa y se dispone a ser feliz y a olvidar pasadas guerras. En la última acotación, el autor lo expone muy claro:
Maribel llora en brazos de Marcelino. Y mientras tanto va cayendo el TELÓN.
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